8.10.06

Recuperar lo perdido



Recuperar lo perdido, regenerar lo desgarrado y lo raído por el tiempo, recordar que un día fuimos humanos, fuimos niños, reímos, jugamos con la vida y con nuestros semejantes. Por la curiosidad y el libre disfrute, el goce de las sensaciones nos dejábamos arrastrar.
Para nosotros, para aquellos niños que desaparecieron ahogados por no se sabe bien qué oscuros fantasmas, el tiempo no parecía existir, ajenos al tiempo y con un enorme mundo por descubrir, con nuestra sana y franca forma de ser, de sentir, éramos de una pieza, sin distorsiones ni hipocresías.
Pero poco a poco, a veces más bruscamente, nos arrancaron la inocencia, la capacidad de alegrarnos con las pequeñas cosas, con lo sencillo y puro de la vida. Se nos vino encima un mundo horrible, de dolor propio y ajeno, un mundo gris y frío, de soledad.
Guiados por el sin sentido nos adaptamos a semejante barbarie inhumana, un mundo que no parecía ofrecer esperanzas a esos hombres arrancados de su humanidad, desgajados de su ser, amputados de su naturaleza, como una materia más…
Y a mi me empezaron a resonar expresiones de un niño triste que en la lejanía, en la intemperie de mi mundo interno me susurraba… romper las cadenas, reventarlas, la cólera me llenaba, puños y dientes apretados… destruir los gruesos y húmedos muros, reventarlos a patadas para que apareciera el sol y su calor, el canto de los pájaros y los aromas de la naturaleza… encontrar con extrañeza inaudita otros seres oprimidos igual que yo, que durante largo tiempo de sufrimiento y confusión fueron gestando en sus corazones maltrechos la liberación que hoy nos une y reúne.

Son ciclos, todo cambia, y ahora nos toca a nosotros ser protagonistas de este nuevo ciclo. Si todo bajó, ahora sube…¡hasta el próximo ciclo amigos!